lunes, enero 16

entrecorte

Por el río ahora circulan las hojas que mordí ayer. Se van chocando con las piedras, perdiendo su color por el sol, volviéndose tristes con el cauce. Esperándolas está Raquel, a quien acordé mandarle un regalo atrasado, que sepa entregarse solo y que no ocupe espacio. Las flores son para ella, una para su cabello y otra para su jardín, aquel lugar donde jugábamos a ser estúpidos, donde pasábamos el tiempo admirando las nubes que se comían entre sí. Vuelvo a la casa y el agua hierve.

martes, enero 3

concierto a los títeres

Por la tarde, aparecieron los moscones gigantescos, pululando por el extremo del pasillo de su casa. Tenían forma de flechas pero cada uno de ellos apuntaba en direcciones opuestas. Recordó a la predicadora del día anterior, al vaticinio que le había dado de manera espontánea y a la poco importancia que le prestó.

Los moscones zumbaban horrible, como era de esperarse, pero la conjunción de sus sonidos no producía pavor, sino que esparcía un silencio de bulla trepidante. Se encontraban justo encima de la puerta y al abrirla no se escaparon. El vaticinio de aquella vieja infame había sido claro: "donde se posen y no se muevan, allí morirá alguien"

Entonces notó el aire enrarecido y las luces de los postes aún prendidas. Refugiose en su casa y con mucha cautela alistó su ropa en una maleta. La tarde llegó de prisa y se sentó en su desesperación. Pareciera como si todo en aquel espacio hubiera sido reemplazado por su reflejo en el espejo. Los tenedores se habían cambiado de sitio con las cucharas, sin explicación alguna, y aparecieron tornillos nigérrimos a modo de pepas en la papaya que rebanó para almorzar. 

Por la noche, llegó su madre y trató de espantar a las moscas, apaciguadas por la brisa lunar. En el fracaso de su intento, Íñigo notó sus pasos acercarse por el pasillo. "No debo ser yo", se dijo y se manifestó el aroma a tierra fresca por sus fosas. 

"Curioso, curioso que justo ahora piensa en una fosa. Ahí no descansarás, eso te lo prometo".