jueves, octubre 6

cabo del último

Cuando circundo los márgenes de la desesperación, pienso en los libros no abiertos. Y a continuación, en Hemingway. La impresión del flagelo del rico azucara mi té, lo oigo decir. La desgracia es el postre que no esperamos. La felicidad, el almuerzo sin tenedor. Y yo soy un incólume de pasividad.

Se nos ha olvidado acompañar la procesión de nuestros pies. Se ha manchado la camisa del trabajo por la tos del ahogado en escritorios. No se liberan los deseos sino es con aventuras planeadas. No se cierran las cartas por la saliva, sino por el apremio. 

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